La Noche Oscura del Alma: Las Bendiciones se Trabajan
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En el mundo acelerado de hoy, es fácil sentirse desconectado de nuestro yo interior y abrumado por los desafíos de la vida. Ahí es donde entra en juego la búsqueda del ser humano por esa fuerza divina que nos ampara en momentos de necesidad. Todos hemos tenido, en algún momento, que doblar rodillas al suelo e implorar con lágrimas aquellos deseos profundos de nuestro corazón. Nadie está exento de ese encuentro con la “Noche Oscura del Alma”, donde sentimos en nuestras entrañas un dolor profundo y no vemos la luz al final del túnel.
Te cuento...
Yo he tenido varias de esas noches, con los ojos hinchados y las lágrimas saliendo solas. En esos momentos, el vacío en mi pecho se siente tan inmenso que no hay consuelo. Muchas veces miré al cielo desde la ventana de mi casa y le cuestioné a Dios el porqué de mi desdicha, además de otras preguntas, porque ante la incertidumbre, la duda inunda nuestra mente.
Después de Dios, mi gran maestra, Mamita, me enseñó que existe un camino de calma para recibir las bendiciones que Dios tiene para nosotros. Este camino se recorre con un concepto que San Padre Pío de Pietrelcina mencionaba constantemente: “Ora, espera y confía.” Este es el camino de la fe.
La verdadera fe radica en solicitar, ser paciente y confiar en que Dios nos proveerá de su gracia. Ese camino se atraviesa en un gran desierto, donde el Sahara se siente pequeño y el clima es inhóspito ante las pruebas que enfrentamos. Todos los días caminamos ese desierto lleno de desafíos; así es la vida.
De tanto en tanto, Dios, en su misericordia, nos provee un oasis en tiempos de prueba. Testifico que cuando peor he estado, he sido testigo de milagros que solo pueden venir de la mano divina. La única explicación que tengo para esos eventos, que guardo en el corazón y solo Él conoce, es que las bendiciones se trabajan.
Preocuparnos por nuestros problemas es una calle sin salida que nos consume y nos saca del enfoque. Y aunque hay problemas cuya solución parece imposible, debemos cambiar nuestra perspectiva. El truco no es preocuparnos, es ocuparnos. Si analizamos la palabra “preocupación”, significa que nos anticipamos a un evento, por lo tanto, nuestra inversión de tiempo es en vano al suponer que algo sucederá sin que haya ocurrido realmente.
Durante mi recuperación de la cirugía bariátrica, no pude trabajar. Debía TODO, ¡hasta los suspiros! Mi preocupación era que económicamente no tendría suficiente dinero ahorrado para mis vacaciones, ya que tuve que utilizarlo para cubrir los gastos del mes. Así sucedió.
Lógicamente, nuestra mente empieza a correr a mil por hora, buscando la solución para volver a engordar el puerquito. Sin embargo, detrás de esta situación, había una lección valiosa: “Siempre guarda en tiempo de vacas gordas por si vienen las vacas flacas.”
Mamita, en su sabiduría, siempre me recuerda la importancia de “ser uno su propio banco.” Si recibes dos, guarda uno y lo otro lo dispones.
Así como en el dinero, uno tiene que ser un buen administrador de las bendiciones. Quien las recibe es porque Dios ha visto el esfuerzo, la mayordomía y la madurez para administrar y mantener las bendiciones que Él nos da. Toma mucha paciencia, porque el tiempo divino no corre igual que el reloj de este plano.
Te aseguro que el día menos pensado, si abres tu corazón y observas, Dios te sorprenderá. No pierdas tu enfoque, no te quebrantes por lo que estés pasando, por más difícil que sea. Al final, TODO pasa por una razón. Tal vez no lo veas ahora porque hay niebla en el camino, pero en cuanto llegue las 6:00 a.m. en tu vida, te aseguro que verás el amanecer.
¡Voy a ti!